Residencia Latacunga

La movilidad social en México es un asunto de gran complejidad. De acuerdo a un informe del 2019 sobre este tema, de la base de la pirámide social, el 46% enfrenta la posibilidad de permanecer en ese mismo escalón donde nació. En contraparte, solo un modesto 3% vislumbra la opción de escalar hacia la cúspide.

Este concepto de movilidad social trascendió como una realidad concreta para la familia que confió en nosotros para plasmar su visión. Deseando escapar de la inseguridad que abrazaba una colonia popular, encontraron tranquilidad y serenidad en Lindavista, una colonia fundada en 1930 en la CDMX. Esta esfera de clase media alta se presenta como un crisol de planificación eficaz, repleta de opciones comerciales, servicios y el pulso de la vida urbana.

El proyecto abrazó la esencia de lo familiar. La vivienda, meticulosamente concebida, habría de constituir un epicentro para la convivencia adulta, así como un entorno amplio y seguro para los miembros más jóvenes. La fachada misma, un compendio de elementos robustos y sólidos, connota una sensación de seguridad arraigada y firme. Sin embargo, al franquear el umbral, el ambiente se metamorfosea. Un majestuoso vestíbulo de doble altura se presenta, lleno de detalles luminosos, engendrados por la luminaria central y los toques pulidos del acero inoxidable en la escalera principal. Esta transición exige que el espectador, al entrar, desvíe su mirada hacia arriba, instando una contemplación de las sombras que emergen de las escaleras, gracias a la danza lumínica que trasciende del majestuoso domo en la cima.

Para el observador, y particularmente para aquellos que comparten la conexión familiar, se convierte en un inevitable ejercicio reflexivo. La resonancia de la travesía recorrida hasta este punto adquiere una dimensión vívida. En este contexto, "Latacunga" se erige como algo más que una obra arquitectónica. Es un homenaje arraigado al empeño y la dedicación continua.